Queridos maestros,

Gracias por sembrar con paciencia, enseñar con pasión y guiar con amor a cada corazón que Dios pone en sus manos. Su labor va más allá de una clase: es una inversión eterna en las almas que están creciendo en la fe.

Su entrega, dedicación y ejemplo son una bendición para nuestra Iglesia. Ustedes no solo enseñan la Palabra, ¡la viven cada día! 🌟

“El que enseña, hágalo con dedicación.” – Romanos 12:7

Que el Señor los fortalezca, los inspire y les recompense abundantemente. ¡Gracias por decir “sí” al llamado de formar discípulos desde la niñez!

Con todo nuestro cariño,
Familia IDEC